NADA SUCEDE POR CASUALIDAD

 

Que las cosas que suceden se deban a procesos meramente azarosos, es una premisa poco tentadora y,creemos firmemente, totalmente a destiempo de la historia.

Y si tratamos de observar y observarnos con la mirada de Jesús, nuestras propias vidas y las vidas de los que pasaron por este suelo antes que nosotros cobra otra tonalidad y se enciende con un brillo muy particular... 

Un barrio de esta ciudad de Santa María del Buen Ayre – Pompeya o Nueva Pompeya, como se prefiera – tiene todo el color de haber sido tocado de manera muy especial por esos misterios insondables del Altísimo. 

Un barrio con una fuerte vocación de sur, vocación que debería ser compartida y asumida por toda la Patria. 

Un barrio que por estar al borde de la ciudad, se vistió con las galas del tango. 

Un barrio en donde, desde sus mismos comienzos, se privilegió la cultura del trabajo, el calor de las familias sencillas y las escuelas a pleno con pichones vestidos de guardapolvo blanco. 

Si bien quizás se haya inmortalizado en la conciencia popular a través de los versos mágicos de Manzi y de otros poetas, el nombre que identifica y define el alma de Nueva Pompeya ya venía siendo pensado por la Madre de Dios desde mucho tiempo atrás y desde la lejana Pompeya italiana. 

(Sería una explicación incompleta decir que María está en este barrio sólo por la devoción de muchas almas buenas y nobles...) 

Muchísimos milagros – de los cuales tenemos abundantes constancias, de otros sólo Dios lo sabe – se han obrado por su intercesión... 

Hagámonos como niños como pide el Señor, y pensemos que si pide María, el Hijo, que es Hermano y Dios Nuestro, no puede decirle que no a su Madre. 

Parece que el milagro mayor – si acaso los milagros pudieran medirse – haya sido que Ella haya querido quedarse por estos lugares hace ya más de cien años, entre la misma gente y recibiendo a miles y miles de peregrinos que acuden a visitarla y a rogarle, festejando con sus hijos cuando son tiempos de alegrías y consolando y acompañando en momentos de desdichas y dolor... 

Desde la sencilla capilla original hasta el imponente templo de hoy en su honor, Ella ha querido quedarse por y con nosotros. 

Nada sucede por casualidad, menos cuando la mano del Señor acaricia y protege  a su pueblo por intermedio de María, Señora del Rosario de Nueva Pompeya.   

Paz y Bien

Ricardo Guillermo Rosano

15 de julio de 2002.

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